22/3/09

VOTO POR CORREROS

El atapuerque sale de la cueva: Un salido.
Me llamo María.
Salgo de la cueva para poner la yesca al sol, para que tire mejor.
Y para el positivo-negativo,ni plaza ni calle, solamente defender el castillo.





Nuestro profesor de música, D. Antonio, nos llevó a Las Huelgas para darnos la clase correspondiente a música medieval, y poder contemplar las 179 piezas musicales del Codex de la Huelgas compuestas entre los siglos XII y XIV que interpretaban las monjitas de clausura en el coro del Monasterio de las Huelgas de Burgos, y que es uno de los pocos testimonios castellanos de polifonía que se conservan de aquella época, que permanecen en el mismo lugar donde fueron copiados. Nos contó D. Antonio, que en una sala de ese monasterio estaba el pendón de las Navas de Tolosa que arrebatamos a los agarenos.

Mientras caminábamos en grupo por las empedradas calles cercanas al monasterio, tan peligrosas para nuestros zapatos de tacón alto, iba yo pensando en mi profesor, que siempre me pareció un hombre interesante y apetecible, de mediana edad, con sus arrugas faciales, barba ligeramente cana y esas gafas de montura fruity juice que le daban ese aire de intelectual.

Ese día, me tocaba ayudar a mis padres que tienen un establecimiento de hostelería en un pueblo cercano a Burgos, ya que ellos junto con mi hermano tenían que acudir a la capital a la consulta de un médico.

.- Zala!: Esta cuajada de Briviesca para la mesa cinco.

.- Zala!: La cuenta de la mesa tres. Son 116 €.

.- Zala!: Se nos hace tarde! Encárgate de recoger, cierras, ordenas y preparas las mesas para la cena!. Volveremos tarde!.

Bueno, ya solamente quedaba el cliente del rincón, le llevo el café que me ha pedido y echo la verja hasta la mitad.

.- Su café, Señor!

.- ¿Señorita Tejedor?. ¿Gonzala Tejedor Alvarez?

.- ¡! Don Antonio ¡!

¡!Estabamos solos!!. Impulsivamente, sin pensármelo dos veces, cerré con llave la puerta y terminé de bajar la verja totalmente, apagué las luces y sin darle tiempo a reaccionar me levanté las faldas y me senté abierta de piernas sobre sus rodillas, sus manos se dirigieron sin decir palabra hacia los botones de mi camisa, y en unos segundos, mis pezones se encontraron con su lengua, una oleada de calor me subía desde el vientre hasta el cuello que él mordisqueaba, y su boca tenía ese sabor dulce del café. Mis bragas volaron hasta la mesa de al lado y le desnudé salvajemente.Fue un momento inenarrable cuando le sentí dentro de mí, yo arqueaba mi cuerpo desnudo para que observara con la luz ténue que entraba a través de las persianas bien mis pechos, chillé, grité, mientras él se movia acompasadamente y casi academicamente hasta que al unísono llegamos al orgasmo. Acabamos exhaustos y suavemente le aparté sus manos de mi pecho, cogí mi ropa, me fui a la cocina y cuando él estuvo ya vestido le dije muy dignamente:

! Son 13 € del menú del día !