Aquello parecía la procesión del Escudo. El camión municipal transportaba una cantidad ingente de rótulos.
En el rótulo de la sastrería aparecían pintados toda clase de trajes, luego estaban los rótulos de los estancos, con lindísimas señoritas fumando cigarrillos. Se veían rótulos con mantequilla, morcillas y arenques ahumados, objetos para sacerdotes, farmacias,ferreterías, bares de copas,tiendas de fotografía,tiendas de moda, hoteles, joyerías, librerias, lápidas para ataúdes, así como las más variadas inscripciones y anuncios. Uno podía andar por las calles durante un día entero contemplando rótulos y más rótulos.

Pero quiso el azar que ocurriera algo extraordinario con los rótulos.
Aquella noche hizo un tiempo horrible, un vendaval de viento como nadie recordaba otro igual. Las tejas volaban por el aire; viejas planchas se venían al suelo; hasta una carretilla se echó a correr sola, calle abajo, para salvarse. El aire bramaba, mugía y lo sacudía todo; era una tempestad desatada. El agua de los canales se desbordó por encima de la muralla, pues no sabía ya por dónde correr. El huracán rugía sobre la ciudad, llevándose las chimeneas; más de un viejo y altivo remate de campanario hubo de inclinarse, y desde entonces no ha vuelto a enderezarse.
Junto a la casa del viejo jefe de bomberos, un buen hombre que llegaba siempre con la última bomba, había una garita. La tempestad se encaprichó de ella, la arrancó de cuajo y la lanzó calle abajo, rodando. Y, ¡fíjate qué cosa más rara! Se quedó plantada frente a la casa del pobre oficial carpintero que había salvado tres vidas humanas en el último incendio. Pero la garita no pensaba en ello.
El rótulo del barbero -aquella gran bacía de latón- fue arrancado y disparado contra el hueco de la ventana del consejero judicial, cosa que todo el vecindario consideró poco menos que ofensiva, pues todo el mundo y hasta las amigas más íntimas llamaban a la esposa del consejero la «navaja».
Un rótulo con un bacalao fue a dar sobre la puerta de un individuo que escribía un periódico. Resultó una pesada broma del viento, que no pensó que un periodista no tolera bromas, pues es rey en su propio periódico y en su opinión personal.
La veleta voló al tejado de enfrente, en el que se quedó como la más negra de las maldades, dijeron los vecinos.
El tonel del tonelero quedó colgado bajo el letrero de «Modas de señora».
La minuta de Ojeda, puesta en un pesado marco a la puerta del establecimiento, fue llevada por el viento hasta la entrada del Gran Teatro, al que la gente no acudía nunca; era un cartel ridículo: «Rábanos picantes y repollo relleno». ¡Y entonces le dio a la gente por ir al teatro!
El letrero «Academia de Estudios Superiores» fue encontrado frente a un Salón de Juegos, y recibió a cambio otro que ponía: «Aquí se crían niños con biberón». No tenía la menor gracia, y resultaba muy descortés. Pero lo había hecho la tormenta, y vaya usted a pedirle cuentas.
Fue una noche espantosa. Imagínate que por la mañana casi todos los rótulos habían cambiado de sitio, en algunos casos con muy mala idea
La gente de la ciudad,y especialmente los turistas, andaban de cabeza, y no podía ser de otro modo si se guiaban por los carteles.
A lo mejor uno pensaba asistir a una grave asamblea de ancianos, donde habrían de debatirse cuestiones de la mayor trascendencia, e iba a parar a una bulliciosa escuela, donde los niños saltaban por encima de mesas y bancos.
Hubo quien confundió la iglesia con el teatro, y quien se presentó en el Ayuntamiento pensando que era Don Jamón..

Ahora un vendaval procedente de LACALLE quiere cambiar de nuevo todos los rótulos de la ciudad de Burgos y de su casco antiguo.
Habla de homogeneización y unificación de los rótulos comerciales, fijando las normas que sirvan como reclamo publicitario al tiempo que respeten la imagen de la ciudad. Cuenta para ello con las fuerzas "vivas" de la ciudad, comenzando por una fase de estudio y análisis de la señalización actual, que incluye no solo a los comercios sino también a los establecimientos hosteleros y a los negocios de servicios.
En la segunda fase ya se definirán las actuaciones concretas. Es decir, cómo mejorar la señalización comercial de la ciudad.¿Acaso buscarán una unificación de todos los rótulos de la ciudad en plan tristes ciudades del Este?,¿Acaso iluminarán mejor la nocturnidad tétrica de la Avda. de la Paz? ¿Tendrán en cuenta la opinión ciudadana? ¿O nos pasará como en el Museo de la Evolución Humana o en la reforma de la Plaza Mayor, donde eligieron los peores proyectos en contra de los gustos del pueblo?

Si,como dicen,quieren imitar lo mejor de las ciudades europeas, que persigan a los que se dedican a escribir en las marquesinas de los autobuses y escaparates y multen a todos los que estropean las farolas pegando anuncios, por ejemplo.
Basado en el Cuento de Christian Andersen "La tempestad cambia los rótulos"