CABEZON

Antonio de Cabezón es un músico burgales que vino al mundo hace ahora 500 años en el pueblo de Castrillo Matajudíos. Fue un niño prodigio, como pudo demostrar antes de la adolescencia en órganos de templos del cercano Castrojeriz y otros pueblos castellanos, o de las catedrales de Palencia y Burgos, cuyos muros enmudecían cada vez que el joven tentaba sus instrumentos.
Antonio de Cabezón (1500-1566) es uno de los mejores organistas de su época y uno de los más destacables en el ámbito español presursor del mismísimo Juan Sebastian Bach.




El genio de Antonio de Cabezón le llevó con sólo 16 años, y completamente ciego, a formar parte del servicio de la Casa Real, bajo los auspicios y la protección de la esposa del monarca Carlos V, la bella emperatriz Isabel de Portugal. Sin embargo, fue con el primogénito de los reyes con quien mayor relación tuvo el músico burgalés. Por edad (el entonces príncipe Felipe era siete años menor que Antonio de Cabezón) y posiblemente por diversas afinidades, la unión de ambos personajes no se limitó a la estricta relación contractual, sino a una sincera amistad que a lo largo de su historia en común revelaron varios aspectos.
Amante de la música, el futuro Felipe II fue educado en este arte por el compositor de Castrillo, quien a su vez aprovechó su privilegiada situación para cultivarse, seguir aprendiendo y evolucionar. En el corazón de la corte del mayor imperio de la Cristiandad, en pleno apogeo del Renacimiento, coexistiendo con escritores como Cervantes o Lope de Vega, pintores como El Greco o Tiziano, arquitectos como Juan de Herrera, Cabezón interiozó las corrientes humanistas del erasmismo y desarrolló una gran espiritualidad, palpable en su obras, quizás influenciado por Santa Teresa de Jesús, a quien trató en Ávila (de donde era su esposa, una dama de la nobleza), o el propio San Juan de la Cruz.
Antonio de Cabezón servirá durante cuarenta años a Felipe II, al que acompañará en sus viajes, y recibirá de éste un trato de especial consideración tanto en lo económico como en lo personal. El arte de Cabezón situará a la música española a la cabeza de la producción europea para teclado», afirma José María Rey en su estudio Felipe II y la música. Una de las muestras de la amistad que unía al culto rey con el músico castellano es precisamente ésa que resalta Rey: allá donde viajó el emperador en cuyos designios no se ponía el sol le acompañó siempre Cabezón.




Antonio de Cabezón, luego de intensa vida, falleció en el año 1566. La obra, que doce años después del fallecimiento recopiló y publicó su hijo Hernando, es considerada la base a partir de la cual se sustentó la escuela organística española y la puerta que, poco tiempo después, dejaría franco el paso al Barroco.



Hace casi 30 años, el musicólogo arandino Antonio Baciero culminó un trabajo antológico: las obras completas de Antonio de Cabezón, que fueron editadas por Hispavox. Toda la música del compositor burgalés conservada hasta nuestros días en un total de 15 elepés. Para su grabación se utilizaron una treintena de instrumentos, entre ellos algunos de carácter histórico que sirvieron por primera vez a una grabación moderna, como los órganos del Real Monasterio de Santa Clara de la localidad palentina de Carrión de los Condes o el que se que se conserva en Tordesillas y que perteneció a la reina Juana la Loca.